Google Maps, 20 años después de su lanzamiento continúa superando decisiones y cambios de Gobiernos
RFI: A
finales de enero, a través de la red social X, el gigante Google anunció que
iba a cumplir los primeros decretos firmados por Donald
Trump.
Nada más regresar a la
Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos decidió cambiar el nombre del
monte Denali, el pico más alto del continente norteamericano, para volver a
llamarlo Alaska, y rebautizar el Golfo de México -no muy lejos de su residencia
en Mar-a-Lago- como “Golfo de
América”.
No tiene nada de
anecdótico, ya que tanto “Denali” como “México” son palabras de
origen precolombino, mientras que “América” deriva
del nombre del navegante florentino Américo Vespucio, y la cumbre más alta del
país retoma de paso el nombre de un expresidente de origen británico, William
McKinley, revirtiendo una decisión tomada en 2015 por Barack Obama, para
consternación de las poblaciones indígenas.
Pronto, cuando se
actualice el Sistema de Información de Nombres Geográficos (Gnis), las personas
que se conecten a Google Maps desde el territorio del país más poderoso del
mundo, o a través de una VPN, verán por tanto el nuevo nombre geográfico
oficial del Gobierno unido a estos lugares. Pero esto sólo ocurrirá en Estados
Unidos, y desde luego no en el vecino México ni en el resto del mundo.
En concreto, la compañía con sede en Sillicon Valley ha explicado que
los internautas de México, seguirán viendo el nombre “Golfo de
México” en Google Maps, mientras que los de fuera de los dos
países verán “los dos nombres yuxtapuestos”. No se trata ni mucho menos
de un caso aislado, como señaló The Washington Post en 2020.
Un tema cada vez más sensible
La denominación de los lugares, al igual que el trazado de los mapas, es
una consideración eminentemente política, sobre todo en relación con las
disputas territoriales.
Alaska, tierra de pueblos
indígenas, también fue comprada a Rusia en 1867. Y al otro lado del continente,
Claudia Sheinbaum, Presidenta de México, no tardó en reaccionar a la decisión
de su homólogo, sugiriendo incluso que Estados Unidos debería llamarse “América
Mexicana”, basándose en un mapa que data del siglo XVII, antes de que se
fundara el país.
En el pasado, Google Maps
ha intentado encontrar el método adecuado, el término medio. Tanto es así que,
a lo largo de sus veinte años de existencia, el sitio se ha convertido en un
experto en hacer malabarismos con la toponimia y la cartografía.
Ya en 2011, RFI informó
de que había borrado el nombre de “Plaza Verde” en la capital libia y lo
había sustituido por “Plaza de los Mártires” en Trípoli. Pero Muamar
Gadafi seguía vivo. Por aquel entonces, Sudán del Sur acababa de ser reconocido
por la ONU, pero aún no aparecía en Google Maps.
En 2016, a medida que los
teléfonos inteligentes y otras aplicaciones se extendían por todo el mundo, la
empresa se encontró en el punto de mira del gobierno de la India, el segundo
país más poblado del mundo.
El Gobierno lanzó un
proyecto de ley para imponer controles estrictos -so pena de multas o incluso
penas de cárcel- a las representaciones del país en todas las herramientas de
cartografía en línea, incluida Google Maps, la más utilizada.
Para el gigante
californiano y sus similares, esto significaba adaptarse a las sensibilidades
de Nueva Delhi sobre las disputas territoriales con China y Pakistán en
relación con Cachemira, reclamada por Islamabad, y Arunachal Pradesh, que Pekín
quería convertir en un Estado independiente.
Al mismo tiempo, los otros dos gigantes asiáticos cartografiaban a sus
vecinos sin estas regiones donde se concentran las tensiones.
Google Maps y el conflicto de Oriente Medio
También en 2016, la compañía estadounidense se encontró en medio de una
auténtica tormenta mediática en las redes sociales, sobre todo en el mundo
árabe-musulmán, cuando un sindicato de periodistas palestinos señaló que la
palabra “Palestina” o la denominación “Territorios Palestinos” no
aparecían en sus mapas, como tampoco lo hacían, en ese preciso momento, las
palabras “Gaza” o “Cisjordania”.
Se indicaban las ciudades palestinas, y las fronteras de 1967 se
trazaban en líneas de puntos, como sigue siendo el caso, por ejemplo, fuera de
Marruecos para el Sáhara Occidental -que, por su parte, sigue teniendo derecho
a su nombre en la herramienta, dependiendo de la ubicación, por supuesto.
En cuanto a la desaparición de las palabras “Gaza” y “Cisjordania”, la
empresa alegó un desperfecto técnico. Pero a día de hoy, “Territorios
Palestinos” sigue sin aparecer.
En 2017, el conflicto palestino-israelí siguió dictando la agenda de
Google Maps, y las ONG de ambos bandos mantuvieron un recuento de los pueblos
de Cisjordania no mencionados o incluso “borrados del mapa”.
La organización Avaaz lanzó incluso una campaña dirigida al gigante de Silicon Valley, “#showthewall”, para que se representara el muro de separación.
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