REPORTAJES Pombeba: la isla que está sumergida en la basura
AFP: Bajo
un sol tórrido, el pescador José Antonio Crispin empuja una carretilla con
varios neumáticos que recogió en la isla
Pombeba, en la bahía de Guanabara de Río de Janeiro, sumergida en basura.
"Antiguamente
tirábamos la red y agarrábamos 20 o 30 kilos de pescado",
cuenta este hombre de 60 años y tez curtida. "Ahora en la red solo
viene basura, basura, basura. Y nosotros no tenemos cómo sobrevivir de esta
forma".
Como él, medio centenar
de pescadores y voluntarios soportaron esta semana un calor intenso en Rio
mientras recogían bolsas, neumáticos o botellas que cubren las estrechas playas
de la isla y su vegetación de mangle.
Se recolectaron cuatro toneladas de desechos, la mayoría plásticos. Los participantes llenaron cientos de sacos, que pequeños barcos recogían y se llevaban a tierra firme.

Mientras el plástico será
aprovechado por una cooperativa, los pescadores recibieron un pago que alivia
la falta de ingresos por el declive de la pesca. En Pombeba empezaron a verse
espacios de arena.
"Creo que eso
trae esperanza", suelta sonriente Juliana Poncioni,
ingeniera ambiental y directora de Nas Marés, una organización de conservación
de los océanos que impulsó la inédita iniciativa de limpieza, que tendrá más
jornadas.
Pero, sobre todo, es un
llamado para que los responsables políticos tomen nota de una situación que ya
no da para más, apunta.
La polución de esta bahía
es uno de los mayores problemas ambientales de Rio y los grandes proyectos
públicos para su limpieza no se concretaron hasta ahora.
La candidatura de la
ciudad junto a la vecina Niterói como sedes de los Juegos Panamericanos de 2031
generó además un interés renovado en el asunto.
Parar el tsunami de plástico
Pombeba funciona como un imán de basura. La dinámica de las mareas y el
oleaje depositan los residuos sobre este islote, que a la distancia parece un
pequeño oasis verde.
Pero de cerca, el panorama cambia: cerca de 80 toneladas de residuos
asfixian sus arenas, según estimaciones de expertos.
Formada por los sedimentos extraídos del dragado del puerto, Pombeba
muestra lo que ocurre a mayor escala en la bahía, adonde desembocan sin ningún
tratamiento las aguas residuales de los municipios cercanos.

Llega también la basura
arrastrada por las lluvias. El impacto es devastador sobre la fauna marina,
aves y peces.
"Este
problema no es de la bahía de Guanabara o de Brasil o del carioca, es un
problema mundial", se apresura a decir Poncioni.
"Hay que
parar el tsunami de plástico. Producimos como humanidad 400 millones de
toneladas de plástico por año, y 11 millones van a parar al océano".
Exregatista, de 37 años,
Poncioni se propuso trabajar para recuperar la bahía en la que se formó y que
albergó las competiciones de vela y remo en los Juegos Olímpicos 2016.
A unos pasos, su excolega
Martine Grael, dos veces campeona olímpica de vela, retira desechos de entre
las plantas.

Acudió
al llamado como voluntaria junto a otros miembros del equipo Mubadala Brasil,
que participa de la competición internacional de vela SailGP y se asoció con
Nas Marés para limpiar la isla.
"Mucho
de lo que se dice hoy es sólo para embellecer el discurso, pero lo que
realmente queremos son acciones que hagan la diferencia", reclama la regatista, de 34 años.
Promesa de saneamiento
En
el islote, investigadores de la organización Biotema de monitoreo ambiental
avanzan en su estudio sobre la presencia y toxicidad de los microplásticos.
"Una
vez consumidos por microrganismos acuáticos, pueden transportarlos a nuestro
organismo, causándonos toxicidad",
explica André Salomão, que lidera el equipo, mientras coloca muestras de arena
y residuos plásticos en recipientes de vidrio.

Los resultados de sus
pesquisas servirán para entender mejor el impacto de la contaminación en este
ecosistema y, en definitiva, impulsar políticas públicas de recuperación de la
bahía de Guanabara.
Al presentar la
candidatura de los Juegos Panamericanos el mes pasado, las autoridades
renovaron el viejo compromiso de que la concesionaria Aguas do Rio dé
tratamiento adecuado a las aguas servidas de 10 millones de residentes del
estado antes de 2030.

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