Inacif y su eficiencia relativa
Hace tres años, Jesse Bisama perdió a su niña Jessica, que murió
ahogada en una cisterna, por lo que el cadáver recibió autopsia. Un año
transcurrió desde la muerte del hermano de Celestina y su cuerpo sometido a una
necropsia. Ambos parientes aún esperan el resultado de esos estudios.
El manejo de los casos registra una diferencia tan abismal en el
Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), cuando de muertes sonoras
trata, los resultados están al vuelo, cuando de anónimos, pareciera que
entregarlos es un favor.
Entonces las familias de las víctimas que ningún medio reseñó y
aunque así lo haya hecho pero como una nota más, atraviesan la vía dolorosa de
no actuar en justicia por falta de ese documento.
Jesse llamó todos los lunes por tres meses, porque era lo que le
indicaba la voz en el auricular “llame el
lunes”. A los cinco meses de intento, Celestina decidió no marcar más el
número desde el que la angustiaban con la misma respuesta “llame en 15 días”.
Como la pequeña de cinco años pereció en una comunidad del
kilometro 22 de la autopista Duarte, al padre le dijeron que debía ir al
destacamento más cercano, que ahí enviaban “esos
papeles”. Pero en ese cuartel solo halló desidia.
El lunes, Celestina acudió a la sede del Inacif a que le dieran
una respuesta, allí le indicaron que no tenían ese caso, lo que significaba que
todavía los médicos lo trabajaban. Esto pese a que el plazo de entrega de
resultados son 14 días.
Una de las secretarias de la recepción le sugirió que acudiera a
la oficina del hospital Marcelino Vélez, que allí es donde llevan las muestras
tomadas en los centros que tienen en los cementerios.
Acogió la recomendación, salió presurosa a coger un vehículo
público que la llevara a la estación del Metro Freddy Beras Goico y de ahí
hasta la María Montez, en el kilómetro 9 de la autopista Duarte, de donde
caminó al centro, porque no había dinero para hacerlo de otro modo.
En el lugar le dijeron que vuelva el miércoles que no había
patólogo. Así lo hizo. Halló una que la sometió a un extenso interrogatorio,
con preguntas como si su hermano tenía heridas. Un absurdo, para eso son las
autopsias y solo había que decir si estaba lista o no.
Así no hay toro que llegue a buey.
Por: Petra Saviñon.

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