HÉROES JET SET: Quien trabajó en labores de rescate del Jet Set es otra persona después del 8 de abril, dice bombera
Santo
Domingo, RD. - En la estación X-12 del Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional en La Ciénaga sirve Laury Hernández, una abogada por profesión y
segundo teniente de bomberos por convicción.
Para
ella, ser bombero no fue un
sueño de infancia ni un plan de carrera premeditado, sino una vocación que
surgió del ejemplo. "Conocí a una
persona que era bombero y al ver cómo se entregaba... algo dentro de mí me
dijo: tú perteneces a ese lugar", contó con emoción a la Prensa.
Laury inició su camino
en la academia de bomberos en 2023, con 27 años. En paralelo, ejercía su
carrera como abogada, una labor que también disfruta, pero que no llenaba del
todo su espíritu. "Yo llegaba a casa
después de un día de trabajo y me sentía vacía", explicó.
Su decisión no fue
fácil. En un país donde la vocación muchas veces se mide por la remuneración,
ser bombero representó un reto adicional para Laury.
Durante un año completo
se formó en la academia. Allí aprendió, se preparó física y emocionalmente, y
descubrió una nueva familia. "Lamento
mucho no haber iniciado antes… Estoy muy orgullosa de pertenecer a esa gran
familia", confesó.
Laury es una mujer muy
empática. "Yo
soy de las personas que se vive las situaciones de lo demás. La persona está
afectada y a mí emocionalmente me afecta", dijo.
Hoy, Laury demuestra
que los sueños hay que salir a buscarlos. "Por
más que tú tengas en la mente: Yo voy a ser abogada, yo voy a ser doctora. Si
tú no inicias la universidad, tú no lo vas a lograr", reflexionó.
Recordó que a su lado,
hombres y mujeres compartían el mismo entrenamiento, pero "las mujeres siempre éramos menos". Aun así, su promoción
fue la que más mujeres logró graduar hasta el momento.
“Un
bombero está capacitado, tanto hombre como mujer, para hacer la misma
función... Las exigencias son iguales”.
La diferencia, dijo, es que muchas veces las mujeres sienten la necesidad de
dar el doble porque hay quienes piensan que ser bombero es solo para hombres.
“Y
esta es la prueba de estar en este evento como tantas mujeres de distintas
instituciones fuimos parte de esa tragedia”, refiriéndose al
colapso del Jet Set.
Explicó que “ser
bombero no es solo apagar fuegos”. Que están preparados para rescate en
lugares confinados, en altura, en agua o incendios forestales.
Y por eso, cuando la
gente los llama “apagafuegos”, ella
les dice: “Nosotros somos mucho más que eso”.
8 DE ABRIL,
DERRUMBE EN EL JET SET
Para Laury, abril siempre
había sido un mes especial. Un mes de vida, de celebraciones familiares, de
cumpleaños compartidos, incluyendo el suyo. Era, como ella misma dice, su “mes favorito”. Hasta que llegó aquel 8
de abril.
“Cambió nuestras
vidas”, añadió. “Todo el que estuvo ahí sabe
que hasta ese punto éramos una persona, y después de eso, somos otra”.
La madrugada de la tragedia en el
icónico centro de diversión nocturna Jet Set, Laury fue despertada
por llamadas. Tres personas, casi al mismo tiempo, marcaron su número para
saber si estaba bien. Sabían que ella frecuentaba ese lugar. Ella había
estado allí días antes.
“Mi abuela
me llamó llorando, dándole gracias a Dios porque no era yo”.
Con la confusión del sueño, al
principio no dimensionó lo que ocurría. Pero cuando amaneció y vio la magnitud
de la tragedia, su mundo interior se quebró. A pesar de ello, tenía una reunión
de trabajo importante. Estaba allí en cuerpo, pero su mente seguía atrapada en
el Jet Set.
Entendía que, “el tiempo que estoy aquí invirtiéndolo, una
persona me estaba necesitando más”.
Tan pronto terminó su compromiso fue
directo a la escena. “Estar en
ese lugar significaba ayudar”.
Lo que encontró al llegar fue dolor,
caos y necesidad urgente. Uno que jamás querría volver a vivir. “No quiero que se repita nunca más”, dijo.
Laury llegó a la zona cero del Jet
Set a las 4:00 de la tarde del martes.
Entró por la puerta principal y se
paralizó por un momento. “No
sabía si devolverme, entrar más. Eran sentimientos encontrados. Lo único que yo
decía: Hay que ayudar”.
Aunque el resultado final no fue el
que todos deseaban, Laury resaltó que se hizo todo con unidad y entrega. Está
muy satisfecha por el trabajo realizado.
NO EXISTÍAN
RANGOS
Ese día, las líneas institucionales
se borraron. No existían los rangos. Recordó que tenía un coronel al
lado y ambos hacían la misma función.
Laury considera que es muy
lamentable que deba pasar una tragedia para que las personas se unan.
Ella habla desde su núcleo, una
familia unida con cinco hermanos y dos hijos a los que busca inculcar el mismo
valor de la solidaridad. “Siempre
les digo: la unión hace la fuerza”.
Ese día, cada persona en la zona
cero dejó algo de sí. Muchos dejaron el alma, otros dejaron el sueño, todos
dejaron el descanso. “Cada rescatista
tenía una familia en su casa. Pero ese día…Pensábamos en salvar”.
No descansó ese primer día, no
existieron turnos. “Uno salía
cuando ya el cuerpo no daba más, pero… tú sentías que, si salías, podías perder
algo”.
Trabajaron horas. Ella se retiró a
la 1:00 de la madrugada.
Llegó nuevamente a la 1:00 de la
tarde del miércoles. Esa vez, el panorama había cambiado. Había más orden, pero
también la naturaleza de la emergencia había cambiado: “El martes era salvar vidas. El miércoles,
recuperar cuerpos”.
Recordó cómo una doctora le bajó la
mascarilla para darle agua. Laury no podía tomarla porque tenía las manos
contaminadas. Confesó que no la reconocería si la viera pero que ese
gesto, dice todo de lo que pasó allí.
El miércoles le enviaban nombres a
Laury de personas desaparecidas. Las familias le pedían que los
encontrara.
Laury los buscó por todas partes.
Con la esperanza que le quedaba. Pero en el fondo, algo dentro de ella sabía la
verdad. Una verdad que nadie quería pronunciar.
“Nadie
quiere dar esa noticia”. Para colmo,
los bomberos no tenían acceso a sus teléfonos durante las labores. No podían
responder. “Sabía que esa persona
me estaba escribiendo. Me decía ‘dime, dime algo’. Y yo, dentro, sin poder
contestarle”.
Cuando Laury salió finalmente de la
zona cero, no fue la heroína con casco. Fue una mujer sola, en su carro, rota.
“Me monté en
el vehículo y empecé a llorar sin parar”, contó. “Todos ellos tenían planes ese martes. Y no los cumplieron”.
Lloró por más de una hora. Cuando
por fin logró moverse, en el camino a casa llamó a su hermana. “Solo le
dije: ‘Te amo’. Le dije que teníamos que cambiar. Que, si antes no nos
buscábamos, ahora tenemos que buscarnos más. Si alguien alguna vez te hizo
algo, hay que soltarlo. Que si tú sientes el deseo de decirle a alguien que lo
quieres, díselo”.
Laury no oculta que fue duro. Sí,
están entrenados. Reciben talleres, cursos, charlas. Pero nada los había
preparado para esto.
Y aún con todo, agradece. A su
institución, a las demás, a los psicólogos y a la red de apoyo que les han
brindado después.
Antes de cerrar la conversación,
Laury quiso dejar un mensaje en nombre de todos los que estuvieron ahí.
“Estamos
afectados. Por más chaleco de dureza que nosotros tenemos, no somos de
hierro... Somos humanos”, dijo.
Laury hizo una última petición, no
como bombero, sino como madre, como hermana, como ciudadana:
“Cuida tu
vida. Cuida tu
familia. No pongas tu vida en riesgo pensando que nada va a pasar. Dios no
cuida, es verdad. Pero nosotros a veces ponemos nuestra vida en peligro en
muchas cosas sin mirar consecuencia. Y detrás de cada persona hay una familia.
Valore la vida, disfrútela con conciencia. Incluso ahora en Semana Santa
reflexionen”.
Por: Yeilín Peña.
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